“Vivimos en fraternidad,
  somos diseño en construcción, latidos
  de un gran corazón que se abre y ama”

Nuestra Historia, Nuestra Identidad

La Congregación Pasionista fue fundada en el siglo XVIII por un sacerdote italiano, Pablo Francisco Danei, quien se llamó a sí mismo Pablo de la Cruz. La Pasión, que constituye el centro de su espiritualidad, expresa por un lado el padecimiento de Jesús en la cruz; y por otro, el apasionamiento que animó toda su vida y su misión.

De allí que Pablo de la Cruz imprimiera a esa comunidad religiosa su identidad misionera. Y es así como, en la segunda mitad del siglo XIX, la Congregación llevó el mensaje del apasionado Jesús a diferentes países, entre ellos a Irlanda. Luego, esa corriente se dirigió a América, y así llegó a Argentina.

En 1882 los Padres Pasionistas irlandeses que habían arribado a estas tierras adquirieron el terreno para construir una capilla en lo que ahora se conoce como la Manzana Santa Cruz (rodeada por las Calles Estados Unidos, General Urquiza, Carlos Calvo y 24 de noviembre).

Desde esa primera fundación, la comunidad pasionista acompaña la vida y la fe de nuestro pueblo, dejándonos atravesar e interpelar por los desafíos de estos tiempos y una clara opción por la defensa de la vida y los derechos humanos.

¿Por qué el altar en el centro del templo?

Para Jesús la MESA era el lugar privilegiado del encuentro, una manera de ir haciendo realidad el Sueño de Dios. Por eso se sienta a la mesa con los fariseos, con Zaqueo el cobrador de impuestos, va a la casa de suegra de Pedro y así podríamos seguir narrando otras visitas de Jesús. Y… Eligió el momento de la despedida alrededor de UNA MESA. Aquella ÚLTIMA CENA sigue viva en el corazón de cada discípulo que quiera seguir sus pasos multiplicando “MESAS”. Todo discípulo está convocado a lavar los pies y a sentarse a la mesa para compartir la vida y entregarla en libertad como lo hizo y lo hace el Maestro. Durante más de 400 años los cristianos se encontraron alrededor de una mesa para compartir la vida, la Palabra (la memoria de los primeros discípulos, los Evangelios) y volvían a hacer memoria de aquella última cena.
Después, con el tiempo, fuimos asumiendo los modos del imperio romano y de otros imperios… alejándonos de la mesa del Maestro… a tal punto que hoy en día confundimos el “ALTAR DE MARMOL” CON “LA MESA DE LA COMUNIDAD”
Queremos ser fieles a Jesús, fieles a lo que la Iglesia desde hace más de 50 años viene alentando desde el Vaticano II (1962=1965) a ser una comunidad mas colegiada, circular… de comunión y participación.
Todo habla y nosotros queremos que la posición de los bancos y del altar hablen de la Iglesia que estamos tratando de vivir y hablen del Dios a quien amamos y buscamos.
Todo altar tiene algo sagrado (reliquia) de un testigo de la fe. El nuestro -si se acercan podrán observarlos- tiene una reliquia de san Pablo de la Cruz (1775), el fundador de los Misioneros Pasionistas, y también un pedacito de camisa con la sangre derramada de Carlos Mugica, cura villero, mártir por el Evangelio: fue asesinado por la triple A el 11 de mayo de 1974.
Además, como saliendo a nuestro encuentro, detrás del altar está la tela pintada del “Jesús Resucitado con rostro latinoamericano caminando con su pueblo”. Una pintura realizada por Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz. En 1992 le pidieron que pinte el Vía Crucis Latinoamericano, para hacer memoria del “Encubrimiento de América” (porque no “descubrieron” nada).
En las catorce estaciones él va expresando el ayer y el hoy…esta pintura es la numero 15: “la resurrección” (está llena de mensaje) es para contemplarla. Nos sentimos como comunidad interpretados por el artista…expresa nuestra fe apasionada en camino.

Santa Cruz y la Memoria

Queremos hacer memoria de aquellos que han vivido apasionadamente y que en tiempos difíciles hicieron opciones valientes.
Por eso, como abrazando y alentando a la comunidad, en las paredes del templo también hemos colocado las fotos:
• de “nuestros profetas”: Mons. Romero, Mons. Angelelli y P. Mugica;
• de “los 12 de la Santa Cruz”: nuestras hermanas: Alice Domon y Léonie Duquet; las Madres de la Plaza: Esther Ballestrino de Careaga, Mary Ponce de Bianco, Azucena Villaflor de De Vincenti, una joven militante de los DD.HH, Ángela Auad y familiares: Raquel Bulit, Patricia Oviedo, Horacio Elbert, Remo Berardo, Gabriel Horane y Julio Fondovila.
Queremos que ellos y ellas inspiren nuestra vida.

Solar de la Memoria

Como prolongación de esta mística, en el jardín de nuestro templo van a encontrarse con “el Solar de la Memoria”. Verán las doce lápidas con inscripciones de cada uno de “los 12 de la Santa Cruz”. Es decir, aquellos que fueron secuestrados en esta parroquia el 8 de diciembre de 1977, llevados a la ex ESMA y posteriormente arrojados al mar en uno de los llamados “vuelos de la muerte”. Frente a ese semicírculo hay 4 tumbas donde están sembrados los restos de Esther, Mary, Ángela y Léonie y también hay una parte de las cenizas de Azucena.
Del grupo de los 12, ellas son las cinco cuyos cuerpos fueron traídos hacia la playa por las corrientes marinas. Después de haber sido enterradas como NN, resultaron finalmente identificadas en el año 2005. También están en el lugar las cenizas de La Gallega de zona norte, una de las Madres de Plaza de Mayo… Todos están allí para seguir dando frutos de justicia, amor y libertad.
A todas ellas queremos honrar, cultivando la memoria para que siga floreciendo en ésta y en las generaciones que están por venir. Sentimos que el templo no tiene un “adentro” y un “afuera”. En esta casa queremos honrar con la misma intensidad la fecundidad de la entrega de Jesús y de todos aquellos que hicieron y siguen haciendo esta historia de amor y dolor que pertenece a la humanidad.

El Calvario

Saliendo desde la parroquia hacia la secretaría parroquial y luego hacia la calle Estados Unidos, se pasa por el Calvario, que está a la izquierda (a la derecha si se lo mira desde la entrada de EEUU 3150). Se levantó al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando las naciones intentaban elaborar la Declaración Universal de los DDHH. Cristo clavado en la cruz aparece allí como testimonio de un amor invencible.
Ya en la vereda, vemos una placa fijada al muro. Identifica a los 12 desa parecidos en esos fatídicos días de diciembre de 1977. En los duros años de la dictadura, la parroquia se había transformado en refugio de quienes buscaban justicia.
Así lo afirmaron los Misioneros Pasionistas en la Asamblea General de 1984:

“Nosotros, los pasionistas,
solidarios con los crucificados de hoy,
nos abrimos a la fuerza de la cruz
para afrontar proféticamente la injusticia
y anunciar de modo creíble
al Dios de la vida”.

Parroquia Santa Cruz desde el arte y la historia

La parroquia Santa Cruz es un notable exponente artístico de la ciudad de Buenos Aires, tanto en lo que respecta a su arquitectura como a las obras de pintura y escultura que contiene.
En ella confluye también el trabajo de reconocidos exponentes mundiales en materia de ebanistería y vidriería artesanal, que pusieron su genio y su sensibilidad al servicio del mensaje de la cruz. Pero también es un monumento histórico que por su origen y trayectoria refleja la espiritualidad pasionista, y a la vez hace memoria de una etapa muy significativa para el pueblo argentino.Los invitamos a visitarlo para descubrir en él las huellas del tiempo, los ecos de antiguas voces y los secretos que revela cada uno de sus rincones.La construcción comenzó en 1890 y la inauguración se hizo el 11 de marzo de 1894, con la presencia del entonces presidente de la Nación Luis Sáenz Peña. Tres años después fue consagrada la iglesia que, en 1961, se transformó en parroquia.Finalmente, en 2008 fue declarado Monumento Histórico Nacional en reconocimiento a la solidaridad de la comunidad parroquial con los perseguidos por la dictadura que interrumpió el proceso constitucional entre 1976 y 1983. Tres meses antes del golpe militar había comenzado a funcionar allí la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.
En la tradición de la parroquia no faltaron otros hechos singulares de nuestra historia. Uno de ellos ocurrió apenas despuntado el siglo XX, en 1919, en lo que se conoce como la Semana Trágica, cuando los obreros en huelga de los talleres Vasena que se hallaban en cercanías de la parroquia fueron reprimidos y muchos de ellos se refugiaron en el templo. Se cuenta que, al repararse los techos, se encontraron algunas tejas con huellas de disparos, atribuibles a las fuerzas policiales que actuaron en aquella oportunidad.Evidentemente, Santa Cruz fue amparo de luchadores sociales en más de una ocasión. En los años 60 y 70, además de los hechos que ya mencionamos, brindó apoyo a los alumnos de la facultad cercana perseguidos por su militancia estudiantil, y a los exiliados de países vecinos cuyos gobiernos democráticos habían sido desplazados por golpes militares.
Se transformó entonces en refugio de resistencia porque, como los pasionistas honran la fecundidad de la entrega de Jesús, honran a quienes -como él- luchan por un mundo donde haya lugar y justicia para todos.

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